Hace días que llueve en Luján...
El río se fue de cauce, el caudal de agua que tiene hoy está llegando a límites incontenibles, atrae la mirada de los que recorremos los puentes que lo cruzan, está caudaloso como hace años no lo estaba...
Me detengo a ver el río cada vez que cruzo los puentes que todavía no fueron cerrados, dicen que la lluvia va a continuar unos días más, eso se siente... El agua corre rápido, sucia, incontenible... refleja el brillo plateado del cielo, que hace días que está gris plomo.
La Luna se formó en agua, y se siente la limpieza emocional de este mes. Al menos desde hace 2 semanas la lluvia es casi continua, para por unas horas, como para retomar fuerzas...hoy es luna nueva, continua el agua.
Por donde caminemos está inestable, barroso, húmedo, resbaladizo... la naturaleza refleja este período de limpieza que estamos atravesando.
Cada mañana, la salida del sol, detrás del gris plomizo del cielo se retrasa, pareciera que hasta el sol se complota para que tomemos consciencia de este tiempo de lluvia... hace falta limpieza, estar para adentro.
Esta lluvia nos llega a todos, la podamos ver o no, afecta cielo y tierra... el cielo cambia de grises, y no roza el celeste, solo se aclara de a ratos en nubes blancas, que dan respiros de agua, la tierra se resiente, se cubre de charcos. Las aguas se mueven interna y externamente. Las napas se revuelven y con ellas su suciedad, lo que está turbio se arremolina y se muestra, brota de la tierra.
Como es adentro es afuera, no dejemos que esta lección del agua nos pase desapercibida, porque a cada instante, a cada gota enseña y limpia, con la misma constancia.
En estos días estoy manejando mucho, y mis pensamientos comparan cada viaje con la vida... en tiempos de lluvia, hay que conducirse con cautela, despacio, mirando donde pisar, nuestra propia respiración empaña los vidrios y no nos deja ver con claridad. Vemos como otros van a distinta velocidad por nuestra misma ruta, apurados, alterados o precavidos y atentos... cuidadosos y distraidos, nos rodean y nos enseñan. La inestabilidad de la ruta, nos lleva a prestar más atención a nuestro camino, evitando accidentes, quedar atascados en el barro, o terminar en una zanja, como mi vecino que estacionó imprevistamente en ella.
La lluvia nos recuerda como manejarnos, en la ruta, en la vida. El agua nos obliga a purificar la ansiedad por llegar rápido ( no está muy claro a dónde), la intolerancia de comprender al que va a otra velocidad (al menos si no lo comprendemos, la lluvia detiene el impulso de pasar como sea)... los impulsos nos embarran... terminamos atascados perdiendo mucho más tiempo del que creíamos perder, por impaciencia...
Llueve, la Tierra se limpia y enseña. Es necesario. Es tiempo.
Presto atención a cada paso, mantengo el equilibrio, todo está barroso y resbaladizo, bendigo al agua que entrena a mi Espíritu para que Comprenda, sea Consciente... dejo de darle energía a mi ego refunfuñón, sonrío, mis sueños ya me habían mostrado este paisaje...
Lore
viernes 17 de agosto 2012
Día Dragón eléctrico rojo
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