Me pongo en pie para hablar de manera sagrada, desde el amor y el sentimiento de unión y comunidad que mi corazón alberga. Me pongo en pie y hablo ante vosotras en la cabaña sagrada, bañada por el agua, sostenida por la tierra, alentada por el viento, ardiendo con el fuego sagrado que la húmeda tierra acoge, desde mi útero, desde mi centro, desde mi sangre. Esta es la visión que me llega en este tiempo de luna nueva y que comparto como Mujer Sagrada, Mujer-En-Pie, Mujer de Fuego y Amor, Mujer de las Aguas, Mujer Lechuza, Mujer Pantera.
"Veo un paisaje yermo, devastado por las llamas, con un gran río que lo recorre. Todo está oscuro, hay humo y llamas, como si fuese producto de una gran explosión que ha arrasado con todo. No queda nada, ni una brizna de hierba. Las llamas ya son bajas, devoran y consumen las últimas formas de vida. Un gran río, negro en la noche, cruza con sus aguas el paisaje. Las llaman lamen sus orillas, todo se encuentra sumido en el silencio, nada se mueve. El desastre ha ocurrido, todo debe ser renovado.
No hay luna en el cielo, tampoco hay sol. Unas mujeres vestidas de blanco, de piel oscura y largo cabello negro bajan hasta la ribera para ofrendar su luz al río, serenas y conscientes de lo que está ocurriendo. No ha sido su labor evitar el desastre, su tarea viene después. Saben lo que tienen que hacer para acompañar el tránsito del tiempo que se va en el río de las almas luminosas. Están ahí unidas, están ahí para eso, siguiendo un designio común de Hechiceras de la Luna, cuyo poder pacificador ayudará a impulsar el fin de una era. Vírgenes turgentes que vibran de vida eterna y descienden con calma por la colina. Se agachan en la orilla, se inclinan para tocar con su frente la tierra y cada una deposita en el agua del río, desde su corazón, una ofrenda de luz para despedir a las almas que transitan hacia otros mundos conducidas por el gran río. Ofrendas de luz, ofrendas-barca, ofrendas-corazón, hechas por hechiceras que abren brechas en el tiempo y cuya luz de amor guiará a aquellos que se pueden perder.
Hermandad de brujas blancas, de magas del tiempo, vírgenes que practican la sexualidad sagrada, que en el hilo del tiempo son perlas engarzadas por el silencio de la Madre, que agita las cuentas y las junta y las teje en una red nueva hecha de sabiduría y de pasión. Pasión en calma, pasión serena, de vida eterna hecha. Pasión-fuerza de vida, pasión que abre las entrañas y las libera al frío de la noche para que se refresquen los fuegos de la sangre que tal vez puedan tornarse un día dañinos. Mujeres, abrid la piel, abrid vuestras carnes de luz, enseñad vuestros corazones de paz desde un estado sereno. Despedid las sombras de otros tiempos y abrazad el compost que lleváis dentro, germen sagrado de la vida eterna. Dejad que el corazón se desborde en vuestro servicio calmo, silencioso y sereno, asistiendo a las almas heridas, aquellas que olvidaron la alegría que llevan dentro.
Regala tu silencio a aquellas relaciones que no te entienden, porque el silencio lo dice todo y permite alumbrar con tu ofrenda el río profundo de la transformación. Deja que tu sangre mane río abajo y no morirás. Deja que la Madre te transforme y no morirás. Deja que tu silencio hecho de amor y de sangre embarque en el río lleno de flores, como un valioso regalo de despedida, un impulso sagrado hacia la transición, un precioso don. Deja que se oiga la voz de tu silencio y que se vea la danza de tu corazón sereno. Exige respeto Mujer-En-Pie, firme en tu serenidad, danza los mil ritmos que te habitan y no dejes que nadie los interrumpa con su ego herido. Mujer-danzante, Mujer-En-Pie, danza el corazón del Uno y haz que la tierra retumbe, para que los que se van puedan oir el corazón de una Gran Madre que los sustenta en sus cambios, atenta y consciente. Dale alas a tu corazón y elévate con el viento, planeando más allá de las altas cumbres, de los antiguos incendios.
Es tiempo de despedir. Es tiempo de ayudarnos unos a otros. Es tiempo de ofrendar nuestra luz en el río y danzar sus canciones para dejar marchar aquellas experiencias que nos han herido, personas, relaciones, situaciones... Es importante dejar partir, dejar morir con la dulzura, la suavidad y el amor de una Hechicera Sagrada, que despide a sus almas hermanas y les deja morir cuando deben partir. Bendiciones al río que se lleva esas almas que en su forma humana sólo entendían de violencia, de maltrato, de tiranía más o menos sutil porque eran esclavos del sufrimiento y las adicciones. Despedíos de las cosas que una vez os lastimaron, aquellas que aún se encuentran en los campos devastados de vuestros daños internos, de vuestros incendios, de vuestras hecatombes personales. Limpiémonos y ayudémonos unos a otros a hacerlo. Por más cicatrices que tengamos el río de la vida sigue fluyendo, y aunque haya quienes no puedan ver nuestra luz serena brillar a plena potencia en la noche, la energía llega y con ella su mensaje de consuelo y amor, de profunda transformación.
Ofrenda tu luz y acude a las riberas o a la orilla del mar, al bosque cercano, a la montaña, o en casa, en compañía o en soledad. Celebra el amor que te sostiene y sustenta todas las almas y, como madre en una noche de pesadillas, canta una nana al viento para que consuele los miedos profundos que aún tienes y calme a aquellos que atraviesan el portal de otro tiempo."
Me siento en el suelo con vosotras, al amor de la lumbre sagrada, y me vuelvo Mujer-Silenciosa que ofrece su luz en amor.
Teresa Rodríguez
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